El castillo de Turégano: una original fortificación medieval

Vista del castillo desde el pueblo

El castillo de Turégano es un magnífico ejemplo de fortificación tardomedieval (siglo XV) que presenta numerosos elementos defensivos de gran interés didáctico. Por otro lado, es un conjunto muy original, ya que conserva en su interior una iglesia del románico tardío (siglos XII-XIII) que era previa al castillo hoy conservado y que quedó embutida literalmente en la estructura defensiva; de hecho la torre del homenaje se construyó encima del ábside de la iglesia y el campanario quedó dentró de sus entrañas. Su interés se acrecienta porque en el exterior de la fortificación se conservan restos del antiguo recinto musulmán con torres construidas con tapial. Todo ello me ha llevado a preparar un breve estudio sobre sus características acompañado de un álbum fotográfico; salvo una foto áerea que no es mía, el resto de fotos son originales y las realicé en una visita reciente.

El castillo y la villa de Turégano fueron propiedad episcopal desde que en el siglo XII la reina Urraca lo donara al obispo de Segovia. La actual construcción defensiva data del siglo XV y fue iniciativa del obispo Juan Arias Dávila. Hoy podemos ver el escudo episcopal en varios lugares del exterior de la fortaleza.


Vista aérea del castillo

Se trata de un castillo de planta rectangular con dos recintos amurallados. En el primer recinto, a modo de barbacana presenta una altura claramente inferior y cuenta con su camino de ronda y una merlatura en cuyas almenas se abren en alternancia saeteras defensivas. Esta primera muralla está rodeada por un amplio foso que dificultaba el ataque al castillo, situado sobre una loma desde la que domina el pueblo de Turégano; contaba además con la protección de cuatro poderosas torres esquineras de forma circular (cubos). El acceso a la fortificación se hacía por una puerta defendida por un matacán o balcón defensivo y por dos torres, uno de los cubos anteriormente citado a un lado y una pequeña torre semicircular a otro. La forma circular en curva hacía menos dañino el impacto de proyectiles de diversa clase. La defensa de la entrada se completaba con tres grandes buheras cuadradas (agujeros) hechas sobre el camino de ronda y encima de la puerta, que tendrían el objetivo de dificultar la entrada del enemigo una vez abierta o destruida la puerta lanzándoles desde arriba todo tipo de objetos o fluídos. En las antípodas de la puerta principal, el castillo presenta una poterna o pequeña puerta de acceso secundaria que podía ser utilizada para huir, recibir ayuda o simplemente salir sin llamar la atención; este elemento es frecuente en las fortificaciones medievales.


Entrada principal

La segunda estructura defensiva, también rectangular, es imponente: se compone en un extremo de una enorme torre del homenaje y en otro de una muralla con seis torres macizas y circulares. Todo ello levantado sobre la iglesia románica de tres naves y ábside . En este segundo recinto, la techumbre de las naves del edificio religioso quedaría a modo de patio de armas, aunque el verdadero patio de armas sería el espacio entre los dos recintos defensivos. Esta parte de la fortificación muestra una belleza sin igual, con aspectos decorativos y arquitectónicos propios de los castillos palaciegos de finales de la Edad Media, menos sobrios que en épocas anteriores. La torres circulares presentan modillones entremezclados con la típica decoración de bolas de fines del XV mientras que la torre principal está recorrida en toda su extensión por ladroneras o balcones amatacanados de carácter defensivo pero que también dinamizan y decoran sus imponentes muros. La portada románica de la iglesia flanqueada por dos de las seis torres circulares es una de las imágenes más bonitas del castillo. Por otro lado hay un interesante juego de volúmenes ya que la torre del homenaje presenta tres cuerpos exteriores aterrazados, uno principal más alto y dos laterales más bajos, éstos a su vez situados ligeramente por encima del resto de torres circulares.


Vista de los dos recintos defensivos

Una mención aparte requiere la enorme profusión de saeteras (o aspilleras) y troneras de diverso tipo que aparecen en todo el conjunto. Saeteras y troneras aparecen con abocinamiento para mejorar el campo de visión y disparo del defensor y éstas últimas pueden ser de distinto tipo: las hay de palo y orbe, de cruz y orbe y de tipo buzón. Las troneras aparecieron con el uso de las armas de fuego al final de la Edad Media. Poco a poco el empleo de estas armas obligó a aumentar el grosor de los muros y a introducir el talud, sobre todo ya en el siglo XVI. De todos modos, este castillo presenta también muros muy gruesos, que llegan a los tres metros de ancho.


Tronera en forma de cruz y orbe

En todo el conjunto llama la atención la espadaña situada justo sobre la puerta de la iglesia y que es una obra muy posterior, del siglo XVIII. Pero lo que impresiona de verdad es la torre del homenaje, que merece un estudio aparte. Como ya dije, presenta una parte central elevada sobre dos laterales y constituye un castillo en sí misma, presentando una estructura original y laberíntica llena de guiños defensivos que harían su conquista una ardua carrera de obstáculos. El acceso a la torre, aprovechando que la iglesia está justo debajo, se realiza por una puerta que está muy elevada con respecto al patio de armas, además la torre apenas presenta ventanas hacia el exterior, siendo éstas de escasas dimensiones por razones defensivas obvias. Todo el conjunto está repleto de saeteras y troneras y culminado por balcones amatacanados. Una vez sorteada la puerta de acceso elevada el atacante se encuentra con un pequeño puesto defensivo delante de la puerta que incluye un paramento con tronera y que obliga a modo de puerta en recodo árabe a sortearlo por un lateral; está situación se vuelve a repetir en un segundo tramo de escaleras donde de nuevo nos tendríamos que enfrentar con un nuevo enclave de defensa, esta vez compuesto de un balcón con tronera. Sólo entonces alcanzaríamos la sala principal del castillo, con su chimenea y su mirador con una pequeña ventana, y solo desde ella podríamos acceder a el resto de la torre, que incluye varias salas laterales a esta principal y otras dos por encima, alguna también con chimenea y siempre con su mirador. En las escaleras de acceso a las dependencias superiores (un tramo es una bella escalera de caracol) se conservan restos románicos de la iglesia, no olvidemos que el edificio religioso está parcialmente embutido en la torre. Si el enemigo accede al nivel intermedio y alcanza las terrazas laterales, solo podrá salir a una de ellas y una vez salga a exterior será hostigado por los defensores refugiados en la terraza del nivel superior. Para pasar a la otra terraza del nivel medio es obligado hacerlo por un pasadizo entre las dos y que tenía dos puertas, de las que se conservan los agujeros de la tranca y las ranguas (ejes de las puertas). En estas terrazas se conservan los canales esculpidos en la piedra que facilitaban la evacuación de las aguas de lluvia. Otro elemento interesante de la torre, aunque no de carácter defensivo, son los numerosos huecos de luz que permitían que un mínimo de luz natural alcanzara todo el edificio. Sin duda, la torre se convirtió en un laberinto de compartimentos estancos que emplearían los defensores para ralentizar en lo posible el avance de los atacantes.


Imponente torre del homenaje

Para finalizar incluyo aquí este vídeo de youtube que, junto al material fotográfico expuesto, permite hacernos una idea bastante clara de las características de este magnífico castillo.



Blog didáctico de Juan Carlos Doncel Domínguez (IES Norba Caesarina, Cáceres)